miércoles, 2 de julio de 2014

Inventario

No es mucho lo que me llevo,
pienso,
mientras bajo las escaleras
y camino por el pasillo,
el ruido de los tacos
haciéndole eco al del corazón.
Una taza cachada,
el trocito de espejo en que te miraste
antes de que todo se hiciera añicos;
tres arrugas nuevas alrededor de los labios,
el recuerdo de tu cuerpo cerca del mío,
y de las multitudes de besos huérfanos
con que cubría tu pecho y tu cara.
Veinte pares de zapatos,
dos libros -al resto, te los regalo-
y una foto del perro callejero que amaste
y al  que dejaste ir.
También  llevo conmigo
tu sonrisa, que derramabas como lluvia
y que se volvió tacaña.
Te dejo mis palabras, a veces demasiadas
y mis silencios también, cuando me callabas.
Dejo también en tus manos
mi piel ajada,
mi vientre ya marchito;
no te dejo mis lágrimas.
Podría ser, como el adiós,
interminable la lista
de las cosas que me faltan.
Me voy y te dejo el cielo
la cama destendida
y las ventanas cerradas.













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