martes, 15 de marzo de 2011

XIV

A partir de ahora todo el tiempo se detiene. No habrá esperanzas amarradas a un cordón ni una luz intermitente alumbrando los insomnios. Te vas sin regalarme un minuto, llevando tus manos llenas de pájaros y uvas. Y reproches. Y me quedo vacía. Reseca. Con todas las palabras atoradas en mi pecho donde a tiempos se expanden y arrellanan , se niegan a salir si no estás frente a mí, se niegan, no como estas lágrimas que caen lentas, pesadas,amargas mientras escribo y van empapando mi regazo, que aún late con el recuerdo de tu cuerpo.