Amo la manera en que desgranas tus palabras: una a una se van deslizando entre tus labios, sutiles a veces, otras con la fuerza desgarradora de tus manos en mi espalda. Tus palabras me deshacen y me acarician, me crean, me cambian, me elevan y me desconciertan. Yo las bebo directamente de tus labios, acaballada en tu cintura, tus dedos rozando la mía. Me vas arrullando con tus palabras y yo voy adentrándome en tu laberinto.
Me hablas y yo siento que soy otra, la que creaste e imaginas a tu lado, la que cruzaría océanos para verte. En tu boca soy bella y simple, sin reclamos ni lamentos, con todo el tiempo para vos. Y yo me complazco en esa mentira, escondo el ovillo que me marca el camino lejos de vos y te sigo prometiendo que esta vez va a ser para siempre.
Mis palabras aun no se corporizan lo suficiente como para tentar la carne que te cubre, aun carecen de la entidad que las atomice para adueñarse de los poros y los colores de tus sueños repletos de gemidos y ausencias… mis palabras no saben si las reconocerás montadas en un íncubo repleto de deseos dispuestos a entregarse al onírico placer de tu desnudez absoluta… y escucharte
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