domingo, 24 de julio de 2011

La Espera



     Nada más sencillo y a la vez desafiante que esperar. Simple, uno debe dejarse caer sobre digamos, un escalón o el banco de una plaza, acomodar los miembros de una manera más o menos recatada, husmear la cartera para disimular la ansiedad, encender un cigarrillo, quizás dos si la suerte es favorable y quedarse así, como si nada, expectante, imaginando cómo será cuando le veas bajar la calle, tan irreal, las manos en los bolsillos del gabán oscuro como sus ojos, acercándose un paso por vez, y te ve y al fin esa sonrisa que tanto te desvela y ahora está acá, no en una foto, el encuentro algo raro al principio -hola al fin nos conocemos, qué linda, en serio, vos también y tu mano roza sus dedos y sentís que por fin sabés quien sos. 

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